Lo que evoca el confinamiento
Pienso en las memorias que evocan las vacaciones, para muchos es sinónimo de la playa, para otras paseos o convivencia con familia y amigas/os. Cuando era niña, las vacaciones de verano, de semana santa, de invierno significaban dos cosas: 1) Mis padres tenían algunos días libres de sus intensos trabajos, al menos tres, 2) Implicaba un trayecto al terruño de mi familia.
Mis abuelos maternos eran comerciantes en el mercado del centro del pueblo y los paternos trabajaban la tierra. Para mis padres migrar a la ciudad fue difícil y había una nostalgia/añoranza que era perceptible cuando era niña. En ese entonces no entendía ese sentimiento y cuando fui creciendo era cada vez más lejano.
Cuando éramos niños, no teníamos transporte familiar propio, por lo que había que ir a la central de autobuses, hacer largas filas, soportar mucho calor e incomodidad. Aquello que disfrutaba de esos trayectos, era las paradas del autobús en cada uno de los pueblos intermedios. A parte de la gente que se iba y llegaba, cada parada subía al autobús, un vendedor con diferentes delicias, mis preferidas: nieves de limón, piñón y café y cemitas de queso. Cuando llegaba al pueblo, se multiplicaban los antojitos, uno a la vez en casas de tías y abuelas, en las loncherías y taquerías del mercado.
El clima del terruño de mis padres es frío, hay un volcán muy cerca. Hay muchos recuerdos amenos sobre todo de cuando era niña, con mis primas/os, tías/os y abuelas/os. Las vacaciones significaba antaño ver a aquellas/os que recordabas con cariño, comer tamales de dulce de mi abuelita y subir a los cerros a comer elotes asados. Pero también el terruño evoca algunos comportamientos de los adultos que no entendía, que me asustaban, que hacían que apenas pasados unos días, la añoranza se dirigiera en la dirección opuesta.
Aunado a eso, más el ritmo del lugar; después de un par de días, mi mayor anhelo era regresar a casa. Cuando crecí, pude eludir el retorno tradicional y pasaba las vacaciones en casa con mis hermanos. Disfrutaba de ir al cine y de ver películas en casa. Aún recuerdo cuando era asidua visitante al video club universitario y llenaba mi mochila con el máximo posible del préstamo para los días de descanso.
Más adelante, las vacaciones significaban días libres para ir a tomar un café y pasear por la ciudad con mi compañero; además de pasar tiempo con mis hermanos, papá y mamá en casa. En estos tiempos, la palabra no suena a lo que debería, seguimos en confinamiento, ya que tenemos el privilegio de poder hacerlo. No salimos y este período, el descanso residió en poderse alejar de la pantalla un rato, escuchar podcasts, ver series, conversar y leer.
La próxima semana, les platicaré que he escuchado o visto en esta pausa, quizá pueda interesarles y también les pido que me escriban por las redes sociales o al correo electrónico y me cuenten cómo han disfrutado este tiempo libre y qué les ha recordado, será un gusto saber de ustedes.
Agradezco el tiempo que has dedicado a leerme y nos vemos la próxima semana.